[ Pobierz całość w formacie PDF ]

desviábamos.
Recalde nos mandaba aguantar en sentido contrario para detenernos.
-¡Ciad! ¡Ciad! -gritaba.
Y nosotros metíamos las palas de los remos en el agua, resistiendo todo lo posible.
Hubo un instante en que no pudimos contrastar el impulso de una ola, y entramos en el canalizo rasan-
do las rocas, envueltos en nubes de espuma, expuestos a hacernos pedazos.
Alrededor, cerca de nosotros, todo el mar estaba blanco; en cambio, por contraste, más lejos parecía
34
Las inquietudes de Shanti Andía
Pío Baroja
completamente negro.
Las olas saltaban sobre las peñas con tal fuerza que, al caer la espuma en copos blancos como nieve
líquida, nos calaba la ropa.
A medida que avanzábamos en el canal, el mar iba quedando más tranquilo; el agua verdosa, casi
inmóvil se cubría de meandros de plata.
Cuando nos vimos en seguridad nos miramos satisfechos. Zelayeta se puso a proa con el bichero y
Recalde y yo, unas veces remando y otras empujando contra las rocas, avanzamos despacio. De pronto,
Zelayeta gritó, mientras apretaba con el bichero:
-¡Eh! Parad.
-¿Qué pasa?
-Hay que pararse. Perdemos fondo.
El bote iba rasando la roca. Nos detuvimos. Estábamos a veinte pasos del barco. Yo vi que de la popa
colgaba una braza de cuerda; salté de peña en peña y comencé a escalar el Stella Maris a pulso.
Al asomarme por la borda, una bandada de pájaros y de gaviotas levantó el vuelo, y tal impresión me
hicieron que por poco me caigo al mar.
Algunas de aquellas furiosas aves me atacaban a picotazos y revoloteaban alrededor de mí lanzando
gritos agudos. Con un trozo de amarra pude defenderme y hacerlas huir.
-¿Qué pasa? -gritó Recalde.
-Nada-dije yo-.Son pájaros. Se puede subir.
-Echa esa cuerda.
Les eché una cuerda, que ataron al Cachalote, y luego, saltando como yo, de una piedra en otra,
subieron al barco.
Tomamos posesión, solemnemente, del Stella Maris. Fue lástima que no tuviéramos el cañón de la
cueva del río para saludar con salvas nuestra primera conquista.
Luego nos dispusimos a reconocer el barco. El Stella Maris estaba hundido por la proa y levantado por
la popa. La cubierta se hallaba rajada a consecuencia de haberse venido abajo los palos y las poleas. En
la parte donde no llegaba el agua se amontonaban excrementos de pájaros, huesos de gaviotas y plumas;
cerca de la proa, desencuadernada, deshecha y humedecida por la marea, las tablas se hallaban cubier-
tas de algas y de fucos y resbaladizas como una cucaña.
La humedad y el sol iban abriendo las maderas y derritiendo la brea; todos los hierros y argollas se hal-
laban roídos por el orín; la rueda del timón giraba todavía, chirriando; no se tocaba nada que no se
desmoronase; algunos manojos de maromas, como serpientes enroscadas, se pudrían sobre cubierta.
Recalde, que forcejeaba para abrir la escotilla de popa, llegó a conseguirlo y desapareció por ella.
-¿Se puede andar por ahí? -le preguntamos.
-Sí; hay agua, pero se puede andar.
Bajamos los tres y registramos el camarote principal, la despensa y la bodega, anegados. No encon-
tramos nada; solamente Zelayeta halló un devocionario en francés, impreso en Quimper, que se lo guardó.
Con las emociones y el cansancio se nos había abierto el apetito. Sacamos el pan y el queso y, senta-
dos en la popa, los devoramos pronto.
Discutimos nuestro programa para la tarde; decidimos ir a explorar Frayburu.
Este peñón, desde el mar, por la parte protegida del noroeste, aparece distinto a como se le ve desde
tierra, pues tiene una pequeña playa y unos cuantos zarzales que crecen entre las rocas.
El tiempo mejoraba; la marea comenzaba a subir; las olas verdes y mansas iban cubriendo las rocas, y
avanzaban cada vez más cerca de nosotros; el agua entraba por las aberturas de la proa del Stella Maris,
se tendía por el plano inclinado de la cubierta y se retiraba con un suave murmullo.
A veces, un golpe de mar violento hacía estremecerse a todo el barco, y entonces, los hierros y argol-
las, la rueda del timón y la obra muerta rechinaban como con una protesta de mal humor. [ Pobierz całość w formacie PDF ]
  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • arachnea.htw.pl